martes, 14 de enero de 2014

La moralidad, segunda parte (Bitácora 18)

Ahora ya tenemos una idea sobre que es la moralidad, no obstante es un tema extenso, debido a que la moralidad también erradica en cada persona.

El filósofo y ensayista José Luis Aranguren en su libro llamado Ética nos plantea lo siguiente:
Es pensando en nuestras imperfecciones más que nuestras perfecciones, y en la realización de nuestra tarea y la colaboración en la de los demás, como nos encaminamos en nuestra realización. El ethos es el objeto último de la ética, pero no puede ser el objeto inmediato de nuestro propósito, porque el ethos sólo puede configurarse a través de los actos y los hábitos.  
Por eso la vía más rápida para “lograrse” es la entrega, la acción social, la renunciación, el sacrificio, el “darse”. El ethos no puede perseguirse como el corredor la meta. El mundo no es, como dijo Bernard Shaw, una especie de gimnasio moral para hacer mejor nuestro carácter. El perfeccionismo, el fariseísmo y el esteticismo que quisiera ser de nosotros mismos una obra de arte perfecta, una bella estatua, no aleja de la auténtica perfección. Lo más alto no puede convertirse en “fin”. Pero si nosotros nos “damos” también la perfección nos será “dada”

Esto quiere decir que nos encaminamos a la realización a través de nuestra tarea y la colaboración con los demás. El ethos es el último objeto de la ética, sólo puede configurase a través de nuestros actos y hábitos.  La vía más rápida para “lograrse” de cualquier modo, es la entrega, ayudando a los demás, sacrificio, y el darse de cierta forma para lograrnos.


La perfección es un concepto que procede del latín perfectĭo y que refiere a la condición de aquello que es perfecto. Lo perfecto, por su parte, es lo que no tiene errores, defectos o falencias: se trata, por lo tanto, de algo que alcanzó el máximo nivel posible. La idea de perfección puede variar de acuerdo a la idea filosófica, incluso puede ser subjetiva y estar vinculada a la estética.



“Toda virtud perfecciona la buena disposición de aquello cuya virtud es, y produce adecuadamente su obra propia (…) Si es así en todos los casos. la virtud del hombre será entonces aquél hábito por el cual el hombre se hace bueno y gracias al cual realizará bien la obra que le es propia.”

Aristóteles, Ética Nicomaquea II, 6.
 
Checa el vídeo y saca tus propias conclusiones acerca de la moralidad.

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